Sacando las cuentas: Balance interino del movimiento estudiantil

En estos momentos, donde tanta tinta se dedica a hablar del “desgaste” (según informó Ariel Zúñiga la semana pasada, incluso el Mercurio de Santiago habla de desgaste de parte de Fuerzas Especiales – ¡Enhorabuena!), y donde el Gobierno está dispuesto – mediante su comisión de beatos neoliberales – a crear hechos consumados, es hora de sacar las cuentas de la movilización estudiantil tal como se ha llevado a cabo hasta la fecha. Sólo mediante una valoración global de las decisiones estratégicas y tácticas, de los puntos fuertes y débiles tanto del movimiento como del Gobierno, se podrá tomar decisiones bien fundadas acerca del rumbo a seguir de ahora en adelante.

El movimiento: puntos fuertes

Primero, lo positivo:

 En este sentido cabe destacar la fuerza, la decisión y la autodisciplina de tantos jóvenes que han mantenido una movilización masiva durante un tiempo mucho más largo de lo que la mayoría había creído necesario. Han demostrado una valentía y una capacidad de sacrificio realmente insólitas en estos meses de lucha en que han enfrentado las mentiras y distorsiones de los medios de propaganda de la clase dominante, la intransigencia y las amenazas de un Gobierno que ni disimula su carácter plutocrático, y a la violencia y la tortura de sus fuerzas represoras, un verdadero ejército de ocupación que tantas veces ha demostrado que no conoce ley ni moral, y que está dispuesto a matar a indefensos. Con su creatividad y su combatividad, los jóvenes han brindado una fuerza nueva a las últimas palabras de Salvador Allende, quien elogiara la alegría y el espíritu de lucha de la juventud. Son éstas las calidades que a mí me convencen de la capacidad del movimiento, con su enorme respaldo popular, de aprender de su historia y superar los puntos débiles y los errores estratégicos que se han cometido.

 El movimiento: puntos débiles

 Dicho sea antes que nada, que si el movimiento no ha alcanzado ninguna conquista real hasta ahora (salvo la movilización misma, que forma la base indispensable para la conquista que sea), esto no se le puede reprochar al movimiento: Total, se trata de una institucionalidad tan aferrada al modelo capitalista neoliberal que está dispuesta a defenderlo incluso a costo de la poca legitimidad que detentaba. La lucha por cambiar este modelo, aunque sea sólo en el ámbito de la educación, siempre iba a ser una lucha tan larga como amarga.

Sin embargo, el que las debilidades y los errores que se comentarán a continuación no tengan la culpa de la falta de conquistas reales, no disminuye la importancia de reconocerlos y corregirlos.

Uno de los errores principales se ha comentado ya varias veces en estas páginas: Se ha perdido tiempo precioso dialogando con un gobierno ilegítimo que manifestara repetidas veces que no tiene la más pálida voluntad de dialogar; es más, ni siquiera está dispuesto a apretarle la correa a sus fuerzas represoras para demostrar su buena fe (que no la tiene). Este “diálogo” fue un fiasco desde un comienzo, por falta de interlocutor.

Primero, la CONFECH abrió una fisura totalmente evitable al aceptar una invitación del mandatario sin mandantes que marginara a los secundarios – el sector mayoritario del movimiento.

Segundo, se decidió adecuar las demandas – sin aprobación de parte de las bases – a la falsa propuesta del Gobierno y la voluntad de la clase política, restándole todo contenido real al concepto de gratuidad y marginando del petitorio la renacionalización de los recursos naturales, medida indispensable para financiar una reforma de verdad.

Acto seguido, la cúpula de la CONFECH presentó unas condiciones mínimas para el “diálogo”, condiciones lógicas, pero tan mínimas que ni siquiera exigieron que cualquier dialogo partiera de los conceptos del movimiento, de gozan al fin de cuentas del apoyo de la mayoría abrumadora de los chilenos.

Para colmo, se decidió aceptar el “diálogo” a pesar de la negativa del Gobierno a aceptar dichas condiciones. Al final, se tuvo que quebrar la mesa (a la iniciativa de los voceros secundarios – los demás se quedaron sentados durante otra media hora) porque el Gobierno, que desde un comienzo dejó clarísimo que no tenía nada que ofrecer y para enfatizar su mala fe incluso aumentó la repre y las amenazas al movimiento, no se quería alejar ni un centímetro de su decisión de desconocer la voluntad popular. Con esta huevada se perdió un mes.

Los motivos no importan. Ya sea por traidores o por huevones, con estas decisiones indefendibles desde el punto de vista de la táctica, los dirigentes de la CONFECH han debilitado al movimiento. Hay que sacar las consecuencias y darse cuenta que un movimiento social no tiene por qué aceptar a unos dirigentes, pese a su clara incapacidad, sólo porque se hayan constituido como el rostro mediático del movimiento.

Pero el punto que para llegar al triunfo requiere de más atención, no es un error táctico, sino una debilidad estructural. El movimiento estudiantil, por su disciplina y su decisión – y también por la manifiesta incapacidad del Gobierno reaccionario – se ha convertido en un movimiento de alcance social, que se ha ganado el respeto y el respaldo de la gran mayoría de los chilenos y de mucha gente en el extranjero; sin embargo, por tratarse de un movimiento estudiantil, tiene sus límites.

El respaldo popular que se ha ganado es mayoritariamente pasivo, un apoyo moral que se expresa en las encuestas, pero no en las calles. Eso no es un problema en sí – siempre habrá menos movilizados que pasivos, porque hay mucha gente que simplemente no puede jugarse entera, porque se podría quedar cesante, porque tiene hijos chicos que no puede dejar solos y tampoco están en la edad de poder ser llevados a una manifestación, o porque por otros motivos no se puede arriesgar. Cabe puntualizar también que el respaldo pasivo siempre es mejor que el rechazo pasivo, porque le brinda u na mayor libertad de acción a los movilizados. Pero también habrá quienes no están movilizados por falta de interés directo y personal en la cuestión estudiantil.

Se trata de gente que tiene mucho en común con los movilizados – se encuentra al lado desventajoso de la desigualdad socioeconómica, no tiene confianza en la clase política (casi nadie tiene confianza de ese montón de oportunistas), y se ve afectada por los mismos fenómenos que los movilizados (desigualdad, endeudamiento, etc.), pero que por falta de interés real y directo en la cuestión educacional, no se verá favorecida directamente aunque se cumpla íntegramente el programa del movimiento.

En pocas palabras, se trata de personas que se podrían movilizar por un programa que abordara también las injusticias que sufren ellas: una reserva latente.

Al final, la división entre “lo estudiantil” y la cuestión social como un todo es artificial. No hay diferencia fundamental entre el endeudamiento, la privatización y la desigualdad que sufre el estudiantado y aquellos sufridos por la gran mayoría de las personas ajenas a la educación. Las personas se endeudan para conseguir muchas cosas básicas – principalmente la vivienda y la asistencia médica – porque los salarios de la mayoría no alcanzan para enfrentar el costo de la vida, y porque la falta de seguridad laboral y el miedo a la cesantía (por falta de garantías sociales reales) – auspiciadas también por una institucionalidad sindical que suele preferir la falsa “paz social” a la defensa de los intereses de la clase obrera – impiden que luchen eficazmente por una vida digna.

Se encuentran rajados por el mismo modelo social, y los que sacan beneficio de su inseguridad son los mismos – y la solución también es la misma.

El “diálogo” fracasó en fin, porque los representantes del movimiento se habían equivocado de interlocutor. Estaba claro desde un comienzo que el “diálogo” iba a ser una farsa. Las únicas “mesas de diálogo” que de algo servirán, son las que se abran en el nivel de las bases, no en La Moneda ni en el Congreso Nacional, ni mucho menos en Inteligencia Cero, sino en los barrios y las poblas de Chile, siendo la finalidad de tal diálogo unir las fuerzas y ampliar el frente para acabar con el atasco actual. Un movimiento que goza del apoyo y del respeto del 80% – 90% de la población (según las encuestas y el “plebiscito”) no tendrá dificultad alguna para convocar a tal diálogo para abordar las preocupaciones populares y convertirlas en las metas de una lucha auténticamente popular y profundamente democrática.

El movimiento no tiene nada que perder – y muchísimo que ganar – de tal diálogo. Habrá quien dice que de ampliarse el frente, solo se aumentarán las defensas de la clase dirigente, porque en tal caso se estaría combatiendo el modelo entero en vez de una parte de ello.

Pero el proceder del Gobierno da la impresión de que ya se está partiendo de la premisa de que se trata de un ataque frontal al sistema entero. Será por eso que el Gobierno ni siquiera ha venido ofreciendo migajas que fueran atractivas para los sectores menos radicalizados y más privilegiados del movimiento. Desde el punto de vista de la casta dominante, conceder un 10% de su poder equivale a entregarlo entero. Una conquista popular conlleva otra, por su fuerza ejemplar. Si el estudiantado puede liberarse del modelo neoliberal en su ámbito, ¿por qué no los deudores habitacionales, los pobladores, los jubilados o los trabajadores en su conjunto? El Kissinger expresó muy bien el sentir de la clase dominante cuando declaró que si hoy se permitiera que Chile siguiera un rumbo independiente, los italianos podrían hacerlo mañana.

Como bien dijo Ariel Zúñiga en su último artículo, no se está negociando con un socio – se está luchando contra un enemigo. Y la Concerta no es menos enemiga por ser de la oposición nominal. Su respuesta a las demandas populares fue la misma – reprimir sin piedad a quienes se oponen al sistema actual o algún elemento de ello.

Hace varias semanas dijo el Facho del Triste Peinado que no se puede entrar a negociar pretendiendo que la contraparte firme el acta de rendición. Como de costumbre, el Villegas puso el mundo al revés. En una situación como la actual, no tiene sentido entrar a negociar si el acta de rendición no está en la mesa.

Aun menos sentido tiene el negociar con quien ni siquiera tiene la capacidad de cumplir con una determinada demanda. ¿Qué sentido tiene, por ejemplo, el llegar a un acuerdo con la oposición nominal en el Congreso respecto de una Ley de Presupuesto que este último no puede modificar sino in peius? El Congreso respecto de la Ley de Presupuesto sólo tiene tres alternativas: aprobarla tal cual (en tal caso el movimiento no gana nada), rechazarla (en tal caso sigue vigente el presupuesto anterior – una pérdida para el movimiento) o reducir el presupuesto (otra pérdida para el movimiento). El congreso no puede destinar más plata a la educación. Pero no es que este acuerdo no favorezca a nadie: Para el diputado demagogacristiano Ignacio Walter, con este acuerdo se abre la posibilidad de elaborar una “posición única” entre la Concerta y el movimiento.

O sea que se está gastando la energía del movimiento para desfibrilar a la Concerta bien muerta.

Los partidos políticos tienen un7% de aprobación, el Congreso Nacional tiene un 11%, y el Gobierno a duras penas tiene un 30%. Juntos tienen un poquitito más de la mitad de la aprobación popular de la que goza el movimiento. Y eso que se trata de las opiniones de los inscritos en el registro electoral. Los que se niegan a votar – un 33% en la última elección presidencial – no tendrán más confianza en el sistema que los inscritos. Es por eso que todos los actores políticos – por reaccionarios que sean – están dispuestos a pololear con el movimiento.

En fin, ¿con quién es más lógico dialogar – con unos políticos que no tienen la más mínima legitimación popular, o con la fuente misma de tal legitimación?

¿Y el Gobierno?

 

Respecto de los puntos fuertes del Gobierno, no hay mucho que decir, porque casi no los tiene, salvo los aspectos ya abordados que en realidad, no son puntos fuertes del Gobierno, sino debilidades y errores tácticos del movimiento. Los instrumentos fundamentales del Gobierno en esta lucha son, su capacidad propagandística, su capacidad de reprimir, y – como señaló Ariel Zúñiga hace unas semanas – su capacidad de instituir, o sea, de crear hechos.

Pero la capacidad propagandística depende esencialmente de la credibilidad, y a este Gobierno de mitómanos y delincuentes ya nadie le cree. La represión depende de la capacidad de incapacitar o de infundir el miedo – si, como en el caso actual, la repre no infunde miedo, sino rabia, si fortalece la voluntad popular en vez de debilitar a las fuerzas populares, y si no puede intensificar la labor represiva sin restarse a sí mismo el último residuo de legitimación y respeto, la repre no le sirve de nada. Y un gobierno que no puede reprimir con efecto, no es gobierno.

Va quedando, en consecuencia, la capacidad de instituir. Es a esta capacidad que está apostando el gobierno tanto con la Ley de Presupuesto como con su comisión de expertos con fines de lucro. Quiere poner al movimiento ante hechos consumados como hiciera la Concerta con la LGE.

Sin embargo, no se trata de una capacidad que exista independientemente. Ni un Gobierno de adeptos del barón Münchhausen es un Gobierno de magos. Tiene el Gobierno la capacidad de instituir en la medida en que se cumpla con lo instituido. Un Gobierno puede decretar lo que quiera; si nadie le hace caso, hasta el bando más fuerte del mundo a lo sumo sirve para limpiarse la raja. Aquí se ve también el vínculo estrecho que existe entre la capacidad institutiva y aquella represiva. Si no se cumple lo instituido, el Gobierno tiene que recurrir a la capacidad represiva para hacerlo cumplir. Y si la repre no provoca miedo y acato, sino rabia y desacato, es que se le ha restado la capacidad institutiva. El 11 de septiembre de 1973, el Gobierno legítimo – por gobierno y por legítimo que fuera – ya no pudo instituir nada, porque ya se le había arrebatado la capacidad de hacer cumplir por la traición de las fuerzas armadas y de repre.

Además, los gobiernos no son los únicos que detenten una capacidad institutiva. Una fuerza paralela, ya sea un movimiento social, un ejército sublevado o un pueblo organizado e independiente al restarle dicha capacidad al Gobierno, la “hereda”, siempre en la medida y dentro del ámbito de su capacidad de hacer cumplir. Si lo instituido en tales circunstancias gran parte de la población lo cumple de buen gusto, estimándolo justo y conveniente, o por haber podido protagonizar directamente el proceso deliberativo previo a la institución, y máxime si dicha parte de la población está dispuesta también a defender lo instituido de eventuales atentados en su contra, el régimen anterior puede tenerse por derrocado.

En consecuencia, el Gobierno actualmente no tiene punto fuerte que no se pueda compensar por los puntos fuertes reales y potenciales del movimiento. Por otro lado, sus puntos débiles son numerosos y de carácter potencialmente fatal.

En estas páginas he venido desarrollando críticas a veces bastante ácidas a la aparente incompetencia táctica de los dirigentes estudiantiles, pero este Gobierno ha convertido la incompetencia política en una especie de arte. Este gobierno de la excrecencia se encuentra tan aferrado al modelo educacional actual, que ni siquiera ha podido llegar a un acuerdo mínimo con unos dirigentes universitarios que han tratado de descuartizar las demandas del movimiento que dicen representar para ajustarlas al modelo vigente. Se trata de unos dirigentes que le han restado todo significado real a la noción de la gratuidad en la educación, convirtiéndola en una modificación cosmética al sistema de financiamiento compartido con subsidio a la demanda – plantean en vez de la gratuidad real mediante la supresión de los aranceles, un sistema de becas y créditos para quienes no los puedan pagar – una propuesta muy parecida a la del Gobierno. Si bajo tales circunstancias el Gobierno no puede ofrecer una solución aceptable para los emblemáticos, es que efectivamente es “el pretendiente más huevón al que le ha tocado cortejar al jotocismo.”

La huevondad de este Gobierno llega al extremo de que, cuando no se está metiendo autogoles con el movimiento, anda buscando la manera de perder los pocos amigos que le van quedando. Así el mandatario sin mandantes armó un conflicto totalmente evitable con los colectiveros; por si fuera poco, parece que ahora la ha cagado con los amigos de la Parrilla y la Máquina, principal fuente de respaldo de un Gobierno compuesta por las moscas que de larvas chicas se alimentaran con las diarreas de Pinochet, Leigh, Merino y Contreras.

Imagínense nomás qué hubiese pasado en la época de la UP si la CIA hubiese estimado conveniente traicionar al Vilarín, burlarse públicamente de la nariz del Frei y para más remate, mandarle un cheque mulo al Dunny Edwards.

¡Ojalá!

Los momios hoy en día todavía tratarían al oportunista del Pinocho de “general rojo” por haber sapeado a los altos mandos sediciosos, y al Mercurio le dirían “diariucho upeliento” por haber denunciado oportunamente a los complotantes en jefe, quienes hubieran muerto presos.

De tal corte es el Gobierno que hoy día se constituye en máximo defensor del legado pinochetista. Se manda un cagazo tras otro.

Pero la cagacidad del enemigo – ¡y de un tal se trata! – no vale un bledo de un comino de una callampa de una huevada de una huevadería que lleva seis meses en toma (tratándose por lo tanto ni siquiera de una huevada fresca) si no se aprovecha. Y hay que aprovecharse de la cagacidad de este gobierno mientras siga en La Moneda. Los ultras del pinochetismo han llamado a anular el voto, y la Concerta – que no es tan pelotuda como el Gobierno – ya se va chupando la sangre de ratas y cuyes para reanimarse.

La apertura potencial que hoy existe, no hay que tomarla por sentada. El sistema no estaba tan debilitado como hoy ni en la época de Allende, pero puede recuperarse si se le permite hacerlo. En momentos como estos, como dijo un carajo mal muerto sólo porque no murió baleado, hay que “darle guaraca hasta el final, y ¡que no se apague el incendio!”

En fin, sólo hay que actuar con conciencia de la oportunidad que se ha presentado, y entender que tales oportunidades pueden desaparecer. Si no se aprovecha ahora ¿quién sabe cuándo llegará la próxima?

Sacando la derrota de las garras del triunfo

¿Qué mierda haría la discapacitada mentalmente lumpenburguesía de esta mierda de país sin el partido comunista? No le quedaría otra que andar planificando golpes de estado cada cinco años. Es el pecé el encargado de descomprimir la tensión de todo movimiento político antisistémico, sólo ellos pueden aburguesar hasta el más revolucionario escenario político.

– Ariel Zúñiga, Homos Jotosus, Humus de la derecha

La CONFECH y el Gobierno:
Una farsa inconclusa de un solo acto

CONFECH: Solicitamos educación gratuita y de calidad mediante una reforma tributaria y la recuperación de los recursos naturales.

GOBIERNO: Conforme con lo de “calidad” pero se rechaza todo el resto. La educación no sufrirá modificaciones en lo fundamental. Cambio y fuera.

CONFECH: Solicitamos la eliminación efectiva del lucro en la educación.

GOBIERNO: Negativo.

CONFECH: Solicitamos sacar la banca de la educación.

GOBIERNO: Negativo, pero ofrecemos parlamentos. Indiquen su conformidad.

CONFECH: Conforme con lo de los parlamentos, pero solicitamos garantías mínimas para que puedan prosperar.

GOBIERNO: Nada de condiciones.

CONFECH: Rechazamos el ofrecimiento mientras no se den las garantías mínimas requeridas.

Al rato…

GOBIERNO: Se mantiene el ofrecimiento del parlamento, rechazándose terminantemente cualquier garantía o condición previa.

CONFECH: Conforme con el diálogo incondicional y sin sentido, pero habrá que empezar a la brevedad.

FIN PROVISORIO

Sería casi cómico si la cuestión no fuera tan grave. Tras declararse dispuesta – sin consulta previa ni consenso de parte del movimiento que dice representar – a transar los ejes principales de las demandas del movimiento estudiantil chileno con tal de que el gobierno acepte unas condiciones mínimas para el diálogo, la cúpula de la CONFECH ha decidido transar las condiciones para entrar a transar las demandas. O sea que los dirigentes de la CONFECH ahora están metatransando.

La última vez que se mencionaron a Vallejo y Jackson en estas páginas, apenas habían rechazado las “mesas de diálogo” del Gobierno porque éste había rechazado garantías tan básicas como postergar los plazos de postulación a becas y créditos y de cierre del año, televisar las negociaciones para asegurar la transparencia, y congelar los proyectos de ley en materia de educación. Ayer la CONFECH cambió de rumbo y aceptó dialogar con el Gobierno tras recibir otra carta del ministro Bulnes cuyos ejes principales según La Tercera son los siguientes:

Los ejes de la carta enviada por Bulnes

1) El trabajo legislativo será revisado en cuanto a sus urgencias y ritmos de tramitación, con tal de incorporar en los proyectos de ley las definiciones que se tomen durante las mesas de diálogo.

2) Se asegura la transparencia del debate, a través de la publicación de actas públicas, «para que la ciudadanía pueda conocer los temas tratados y las posiciones de los participantes» , explica la carta.

3) El Mineduc tomará medidas para reprogramar el calendario académico de los establecimientos en toma. Asimismo, trabajará con el Cruch para ver el cierre del primer semestre en las universidades.

O sea que se mantiene el rechazo a la congelación de los proyectos de ley, ahora ablandecido por un “Vamos a ver lo que se puede hacer” sin garantía digna de tal denominación. Asimismo van a ver lo que se puede hacer respecto de los plazos, pero sin garantía alguna. Respecto de lo del debate televisado, el Gobierno no está dispuesto a ver lo que se puede hacer; contestó claramente con un “Ni cagando”, ofreciendo nada más de lo que se había ofrecido ya en la última carta rechazada por la CONFECH: publicar actas públicas sobre el debate, lo que es habitual de todos modos.

“Hemos debido interpretar las ambigüedades presentes en el último documento del Gobierno y acercarlas de forma real a las garantías que hemos planteado”, dijeron los voceros de la Confech en palabras de su vocero, Giorgio Jackson.

Pero de ¿qué ambigüedad estará hablando? La CONFECH exigió garantías muy claras, y no las recibió.

Cabe reiterar que las condiciones mínimas no eran la única cosa rechazada por el Gobierno de los 22% (cifra bruta). También rechazó la gratuidad, el fin al lucro, y habría rechazado también la recuperación de los recursos naturales y la reforma tributaria si estos elementos no hubiesen sido omitidos por la mesa ejecutiva CONFECH en sus 12 puntos “intransables”.

Y todo esto – claro está – se ha transado sólo para entrar a conversar con un Gobierno que ha dicho de la forma más clara que no está ofreciendo nada. El Facho del Triste Peinado les dijo a Giorgo Jackson y Camila Vallejo en Inteligencia Cero que “no se puede pretender que se llegue a la mesa para firmar el acta de rendición”, pero cuesta interpretar estos acontecimientos como otra cosa que un sí se puede.

No pienso entrar en la temática de la vendida o la traición, porque no importa. La traición es un acto doloso, que sólo se puede hacer con la intención de hacerlo, y no estoy ni ahí con psicoanalizar a Giorgio Jackson y Camila Vallejo. Esta huevada se la dejo de buen gusto a los historiadores masoquistas del futuro. Hoy por hoy, lo único que importa es la cuestión táctica: si le sirve o no al movimiento. Si uno actúa con ánimo de traicionar, pero termina ayudando al que se pretendía traicionar, no se ha hecho daño. Por contrario, si uno actúa sin ánimo de traicionar, si actúa inclusive con las mejores intenciones del mundo, y con tales intenciones la caga, no importan las intenciones – el daño no deja de ser daño porque su autor es incompetente en vez de chueco.

En ambos casos, la conclusión táctica es la misma: Hay que actuar para mitigar o eliminar el daño que se haya hecho.

Acá se trata de un daño muy claro, pero que no sería de difícil mitigación. El daño consiste en hacerle un favor enorme al Gobierno sin recibir nada a cambio. El problema principal del Gobierno de los 22% es que sea un gobierno de los 22%, y que todo el mundo lo sepa. O sea que carece totalmente de legitimidad democrática, y se enfrenta a un movimiento que cuenta con el respaldo – ya sea moral o activo – del 80% de los chilenos. Es por eso que está intentando parecer dispuesto a dialogar, aunque ha quedado clarito que no está dispuesto a deponer su actitud intransigente. Quiere que la gente piense que está dispuesto a escuchar y a negociar, lo que le brindará una cuantía de legitimidad que en estos momentos, le hace harta falta.

La legitimidad le hace tanta falta al Gobierno, que el ministro Bulnes tuvo que acercarse a los secundarios para distanciarse de la actitud más descaradamente facha del alcalde apinochado de Providencia, aunque lo más probable es que Bulnes le envidie la confianza que tiene de poder dictarle condiciones al movimiento. Este gobierno tan facho y antipopular (en todos los sentidos de la palabra) sabe claramente que no saca nada del obstruccionismo abierto, y aun menos de la repre.

Es casi axiomático que en las negociaciones, la primera parte que vuelva a la mesa después de un no es la más débil, porque es la que más miedo tiene de que no prospere el parlamento. En este caso, el Gobierno volvió al tiro a la mesa tras la negativa de la CONFECH a parlamentar sin garantías. En realidad, el Gobierno lleva un buen rato sin alejarse de la mesa. También es obvio el cómo la parte más fuerte debe reaccionar: Esperando nomás, fortaleciendo la propia posición mientras la otra parte se va acercando a un infarto cardíaco. La parte fuerte no tiene nada que ganar – y tiene muchísimo que perder – si reanuda las negociaciones en un caso semejante.

En este caso la parte fuerte no sólo volvió a la mesa sin el menor motivo para hacerlo, sino que ha venido transando y marginando demandas fundamentales sólo para entrar a negociar con la parte débil. Sean cuales sean los motivos, des

 

de el punto de vista de la táctica se trata de una decisión injustificable.

El historiador Gabri

 

el Salazar dijo hace un par de días en una entrevista que: «Si la crisis se resuelve -por ejemplo- con una negociación donde Piñera cede un 40%, el movimiento otro 40%, el modelo neoliberal seguirá intacto.” Acierta aun más en las circunstancias actuales, donde los dirigentes de la CONFECH han cedido un 40% sólo para entrar a negociar con un Gobierno que ni ha cedido un 1%.

 


Los dirigentes gremiales no tienen ninguna atribución inherente para estar representando a los integrantes de un
movimiento de alcance social. No tienen derecho divino ni mandato del cielo para constituirse en representantes – cualquiera legitimación activa que tengan deriva de la voluntad del movimiento. Asimismo, los movimientos sociales no tienen ni la más mínima obligación de dejarse representar por unos dirigentes que carecen o de representatividad o de capacidad para representarlos, o de ambas cosas. Los movimientos los hacen las bases, y son ellas quienes tienen el derecho de decidir quiénes los representen, y qué rumbo seguir. 

 

El estado de derech@

Dedicada a su máximo propugnante, Cristián Labbé

(Melodía: El desabastecimiento de Víctor Jara)

Señores voy a hablarles
del estado de derecho,
el que arde en el pecho
de fachos tan moralistas.
Dicen que tomar colegios
es conducta delictuosa
y hay que castigarlo
aunque la ley diga otra cosa.

Que no queden impunitos
los terribles secundarios
que se toman sus colegios
sin fuero pa ocuparlos,
que con esto están atentando
contra nadita más ni menos
de autoridades legitimadas
y el derecho real ajeno.

Si no te gusta el sistema
no hay que meter ruido,
sino instalar el tema,
por los cauces establecidos.
Hay que votar en su momento,
por el partido de tu confianza,
siendo éste de preferencia
o la Concerta o la Alianza.

Cuando ya has echado tu votito,
que vuelvas a la casa,
y te quedes tranquilito:
«si no pasa, pues no pasa”.
Aunque te roben a porfía
no armes movilizaciones,
que el rol de la ciudadanía
es hacerse los huevones.

Bien dice su majestad:
La democracia no da pa’ todo.
No da para la igualdad,
pero sí para cualquier robo.
No da para que vivas,
pero sí pa que te exploten,
y si no existe alternativa,
da para que todos voten.

No da para la ocupación
de la propiedad privada,
pero sí para la traición,
la tortura y la matanza.
A la mentada democracia
ni le importa un comino
que se nombre alcalde
a un impune asesino.

Ya sacamos la lección,
la moraleja de la historia:
Pa actuar con legitimación
y al derecho darle gloria,
¿Si no hay que tomar colegios
que otro método les queda?
Pa’ acabar con los privilegios:
¡Hay que usurpar La Moneda!

Lasker y Piñera

Versión audio en Podcaster.cl
Una anécdota para empezar:

Se trata de un partido entre dos grandes maestros del juego: Lasker, fumador apasionado, y Nimzowitsch, quien no aguantaba el humo. Al iniciar el partido el Lasker saca un cigarro del bolsillo y se lo pasa entre jugadas desenvolviéndolo lentamente. Tales gestos sacan de quicio a su contraparte, quien no puede concentrarse en el partido y termina perdiendo. Tras la victoria, el Lasker saca la conclusión: “La amenaza es más potente que su realización.”

Como todas las anécdotas, ésta también tiene varias versiones. Según algunos, el fumador no fue Lasker, sino Tartakower. Otros afirman que fue Bogoljubov. Pero fueran quienes fueran, lo más importante es el principio: Continuar leyendo «Lasker y Piñera»

Tres preguntas y un sacrilegio para el movimiento estudiantil chileno

Publicación original aquí el 08.09.11

Tres preguntas

 

1. El Gobierno ¿por qué invitó al diálogo a quienes hace poco trataba de aplastar a guanacazos? ¿Se ha conscientizado de la necesidad urgente de cambiar el sistema o más bien de la imposibilidad de apagar el incendio con la repre?

2. ¿Existen las bases para una negociación?

3. Dada la actitud del Gobierno y la naturaleza de la fuerza del movimiento, ¿a quién le sirve más el diálogo en el momento actual?

El diálogo y la “paz social” no son bienes en sí. Son deseables – o no – en función de su utilidad. La debilidad actual del gobierno – que trató sin éxito de resolver la crisis actual con la repre – no se ha alcanzado mediante el diálogo y la paz social, sino mediante movilizaciones masivas que han roto la falsa paz social y obstaculizado la vida habitual de la sociedad. El movimiento estudiantil se ha ganado el apoyo mayoritario de la población chilena, mientras que el gobierno ha alcanzado niveles de popularidad que se pueden comparar con la peste y la cólera. Por eso, el gobierno se ve en la necesidad de (dar la impresión de) recurrir a otras tácticas para apagar el incendio.

Hace unos días, Matías del Río en Inteligencia Cero elogió la “flexibilidad ideológica” del Gobierno frente a la “intransigencia” del movimiento estudiantil. Lo impresionó mucho el que el Gobierno haya empezado a aceptar reformas que hasta hace poco, rechazaba terminantemente, y dijo que era hora de que el movimiento también mostrara tal flexibilidad. Esta huevada no hay que escucharla – o el del Río es tan idiota que no entiende la cuestión, o la entiende bienísimo, pero quiere ver la derrota del movimiento. ¿De dónde proviene esta nueva “flexibilidad ideológica”? Lo obvio es que este Gobierno tan facho no ha cambiado de mentalidad – si ahora viene pidiendo parlamentos, es porque ha reconocido su propia debilidad política.

Las respuestas del Gobierno indican que éste quiere dar la impresión de estar dispuesto a dialogar, pero con el propósito de cambiar lo menos posible. Se niega a empeñarse por eliminar el lucro del sistema educacional en todos sus niveles. Dice estar de acuerdo con una reforma constitucional y “establecer la educación como derecho pero habló sólo de la calidad, no habló de la gratuidad”. Habla del Estado como garante del derecho a la educación, pero sin concretizar el contenido del derecho ni la responsabilidad del Estado en tanto garante. El parasitismo bancario no lo ve como problema, sino como posible solución a través de “mejorar la competencia” entre los bancos. Respecto del financiamiento mixto, aquel yugo financiero para los estudiantes y las familias, dice que no ve ningún problema en que las familias “puedan aportar” a la educación de sus hijos, dado que es “el anhelo de todos ellos”. O sea que no está dispuesto a dialogar realmente; rechaza de la manera más clara los planteamientos fundamentales del movimiento estudiantil.

El diálogo y la negociación no son bienes absolutos en sí. Hay casos en los que tiene sentido dialogar, casos en los que sería inútil, y otros en los que sería hasta nocivo. Una negociación sólo tiene sentido si existe la posibilidad de llegar a un acuerdo que cumpla con las reivindicaciones fundamentales. Si una parte rechaza terminantemente lo que para otra es fundamental, lo más lógico es terminar la negociación y buscar el triunfo en otra parte. En tal caso, lo único que podrá pasar en el marco de la negociación es que los planteamientos del movimiento se vayan diluyendo y acomodando a los deseos de los poderosos, mientras los poderosos van ganando tiempo y mejorando su imagen pública, demostrando su supuesta “flexibilidad” y la supuesta “intransigencia” del movimiento.

Los fundamentos de tal desastre ya se van sentando en el marco del “diálogo” con el gobierno de Piñera. Aunque los dirigentes de la CONFECH dijeron que se trataba sencillamente de un “emplazamiento cara a cara” al Gobierno, consta del acta de la reunión que los dirigentes, lejos de decirle a un gobierno que rechaza el petitorio del movimiento en lo más fundamental posible que no hay nada que negociar, la CONFECH ha sacado del petitorio elementos clave como la reforma tributaria y la recuperación de los recursos naturales, que sí figuraban en las Bases para un acuerdo social, y – según consta en el acta – no rechazó la propuesta del Gobierno de establecer unas “mesas de trabajo” a la brevedad.

Y si el diálogo no es un bien en sí, la “intransigencia” tampoco es algo intrínsecamente malo. Si se reivindica lo justo y se está ganando, ¿por qué habría de deponer una actitud justa y ganadora? ¿Por qué sería conveniente deponer una actitud que goza del apoyo del 80% de la población para entrar en el diálogo con un Gobierno que tiene el apoyo de unos 20%, y que ni siquiera está dispuesto a aceptar los planteamientos más básicos del movimiento? Algunos hablan ya de que la CONFECH habría “vendido” el movimiento estudiantil – eso no lo excluyo como posibilidad, pero a estas alturas sí puede decirse que el proceder de la CONFECH no tiene el más mínimo sentido como acercamiento táctico. Se está jugando el apoyo popular y la credibilidad del movimiento para hacerle un favor a un gobierno que no tiene nada que ofrecer.

El sacrilegio

A algunos, lo siguiente les parecerá un sacrilegio en este aniversario del histórico triunfo electoral de la Unidad Popular, pero aunque parezca sacrilegio, en realidad no lo es. Esencialmente, puede decirse que hay dos maneras de ver el documental La batalla de Chile de Patricio Guzmán y los hechos históricos que se muestran en ello: desde la óptica trágico-nostálgica de lo que se perdió, y desde la óptica de cómo se perdió lo que se perdió, y cómo ganaron los que ganaron. Para quien se interese por la táctica, la segunda óptica es la más importante: La táctica hay que aprenderla de los ganadores. Así que no hay mejor manera de resucitar la obra del movimiento popular y empezar a derrumbar la ciudadela política, económica y social del pinochetismo que aprender de los que lograron derrocar a la UP. No será que los momios hayan podido permanecer encumbrados en Chile y en el mundo por puros huevones.

El que el momiaje (con el apoyo del gobierno estadounidense, por supuesto) lograra poner y mantener en la defensiva al gobierno más popular de la historia de Chile es una hazaña digna de estudiarla, sobre todo en una época donde se trata de un gobierno que no goza ni de la mitad del apoyo popular que tenía la UP y de una institucionalidad que – como lo dijo Ariel Zúñiga – es “ilegítima de origen, pues deriva de un crimen impune cual fue el golpe de estado”.

¿Cómo lo hicieron? ¿Acaso buscaron el diálogo con el Gobierno Popular? ¿Acaso diluyeron sus planteamientos para poder entrar a negociar con la UP? No, porque no hubiese tenido sentido. Se trataba de un conflicto de intereses fundamental, así que no había nada que negociar porque el Gobierno y la oligarquía no hubiesen podido ponerse de acuerdo ni en lo más fundamental: su deseo era el de proteger sus granjerías y privilegios, mientras el del Gobierno Popular era quitárselos.

El acercamiento táctico esencial del momiaje no era el del golpe de estado. Dar el cuartelazo era una decisión coyuntural, tomada sobre todo porque la vía institucional se iba cerrando. Fundamentalmente, el método de los momios fue el de crear y explotar una crisis sistémica. A tal fin, la oligarquía chilena y los EEUU hicieron lo imposible por evitar el diálogo, porque de aceptar el diálogo, se habría ido disminuyendo la urgencia que era necesaria para mantener la crisis. Paralizaron la economía tanto exterior como interiormente, bloquearon cada iniciativa del gobierno para buscar una salida de la crisis que no fuera la derrota definitiva de la UP. Al final, la opción militar se hizo necesaria porque el Gobierno Popular tenía algo que le falta casi por completo al gobierno de Piñera – la legitimación democrática por amplios sectores de la población.

Si descontamos lo del poder económico y el apoyo de la potencia hegemónica, el movimiento estudiantil actualmente se encuentra en una situación más ventajosa que la del momiaje en la época de Allende: no se está luchando en contra de los intereses de las más amplias capas de la población, sino a favor de ellas y con su apoyo. No tiene el movimiento estudiantil ningún déficit democrático – el déficit lo tiene el gobierno mismo. Y todo lo que se dice de la educación chilena al fin de cuentas, también dice relación con todo el legado socioeconómico y político del pinochetismo que todavía rige en el país.

En una crisis sistémica los principios normales de la táctica se ponen al revés. Cuando se está actuando en el marco de una institucionalidad y una sociedad que se encuentran en tiempos más bien normales, el ámbito de un movimiento para proponer, reivindicar y actuar es más restringido. Total, la cosa anda más o menos cabalmente, y aunque esté andando pa’ la cagá, ¿quién quiere arriesgarse haciendo media vuelta? Además, si la institucionalidad todavía está a la altura de la situación, los poderosos no tendrán dificultades para convencer a la gente que existirían soluciones sistémicas, que no habría que inventar las cosas de nuevo. Fuera de las situaciones críticas, rara vez tiene sentido actuar sino gradualmente, también porque los movimientos también van creciendo más lentamente en tiempos normales. Ya tan sólo el que los poderosos acepten dialogar supone un gran logro y la posibilidad de mejorar – aunque sea un poquitito – la situación.

Pero la crisis sistémica tiene su propia lógica. La institucionalidad ya no está a la altura de la situación, no cuenta con la suficiente flexibilidad estructural e ideológica para dar con una solución satisfactoria. Los movimientos que ofrezcan soluciones plausibles y actúen de manera inteligente pueden vivir un crecimiento insólito, en la medida en que el poder se vaya alejando del punto de vista la población. Si se trata de un sistema flexible e inteligente, la institucionalidad agotará toda su capacidad acrobática para dar por lo menos la impresión de tener la voluntad de llegar a una solución real. Si se trata – como en el caso del gobierno actual en Chile – de un gobierno rígido y autoritario, tratarán de contestar a la rabia popular con los balazos y los guanacos, para sembrar la pasividad juntando miedo.

En una crisis sistémica, el miedo a lo nuevo cede el paso al miedo de seguir el mismo rumbo de siempre. La gente tiene menos que perder, y es más dispuesta a pensar en términos más globales y menos tecnocráticos. Los intereses y conflictos fundamentales se ponen de relieve – ya no es tan fácil como antes existir entre la chicha y la limonada. Existe por ende un potencial insólito para cambiar la sociedad, un potencial que nace y se muere con el sentido de urgencia. Así es que no hay cosa más nefasta en una crisis que el gradualismo, que les brinda una salida a los poderosos, que saben muy bien que pasada la crisis inmediata, ni siquiera tendrán que cumplir cabalmente con las medidas de poca monta que se han acordado. Sobre todo cuando la chicha goza del apoyo del 80% de la población y la limoná no une más que el 20%, la chicha no tiene por qué aceptar el diálogo.

Actualmente, el Gobierno ha reconocido su propia debilidad invitando al diálogo a los que sus guanacos no consiguieron acallar. El movimiento estudiantil no debería darse prisa. Esa invitación de Piñera no es más que una maniobra comunicacional para contrarrestar la disminución constante de la ínfima cantidad de apoyo que aún tiene. Quiere que los estudiantes y demás integrantes del movimiento participen de unas “mesas de trabajo”. ¿Para qué? Si ya dijo en la primera reunión que no piensa aceptar las demandas del movimiento ni en lo más fundamental, y para colmo le faltó al respeto a todo el movimiento diciendo que los estudiantes tendrían demasiadas vacaciones y que los profesores deberían trabajar más, y ofreciendo establecer una ”Superintendencia” que la legislación actual en la materia ya exige desde hace años.

¿Acaso los momios se hubiesen sentado en una “mesa de trabajo” con la UP si Allende viniese diciendo que no estaba de acuerdo ni con derogar la Reforma Agraria ni con dejar que la oligarquía cobrase el precio que se le antojase por los productos de primera necesidad, y si a cambio no les hubiese ofrecido nada más que una Superintendencia para fiscalizar la calidad de las industrias del área social? Ojalá hubiese sido así, que si los momios hubiesen sido así de huevones, habrían sido demasiado imbéciles para llevar a cabo un golpe de estado.

No hay ninguna prisa. Cada día sin poder imponerle una solución a la crisis significa para el Gobierno un aumento del dolor que ya se está volviendo grave. Cada día de crisis se van debilitando cada vez más las estructuras que mantienen la integridad de la institucionalidad “pos”pinochetista. Cuando uno goza del apoyo del 80% de la población, no será difícil explicarle al público que no tiene sentido dialogar cuando el Gobierno no está ofreciendo nada. En vez de hablar de un ofrecimiento sin contenido con un mandatario sin mandantes, más vale hablar entre sí y directamente con el público, desarrollando y refinando las ideas y los planteamientos para el nuevo sistema educacional (y los otros temas que surjan). Si hoy invita, mañana vendrá suplicando.

 

Tabla de Comparación de las «Bases para un acuerdo social…» los «12 Puntos» y la réplica del Gobierno

Publicación original aquí el 06.09.11

TEMA “BASES…” 12 PUNTOS RESPUESTA GOB.
Derecho constitucional a la educación* 

 

 

*Véase más abajo para los apuntes y comentarios. Versión PDF aquí.

– “Derecho social y humano universal que debe ser garantizado por la Constitución Política de Chile, y esté estructurado en un nuevo Sistema Nacional de Educación Pública, Gratuita, Democrática, y de Calidad, organizado y financiado por el Estado en todos sus niveles,es decir, desde la cuna en adelante asumiendo un proceso continuo formación” .”1. La Educación garantizada constitucionalmente como Derecho Social, entendiéndola como plataforma de construcción del conocimiento al servicio del desarrollo social, cultural y económico de nuestro país, donde se apunte a una Educación gratuita, pública y de calidad al servicio del país. La Educación no debe ser entendida como un bien de consumo, que subsidia a la demanda a través de la banca y donde el Estado ha sido quien ha postergado a las instituciones públicas en pos de las privadas.” “De acuerdo con una reforma constitucional y establecer la educación como un derecho pero habló sólo de la calidad, no habló de la gratuidad”
Financiamiento/ 

Gratuidad

– “financiado por el Estado en todos sus niveles”; 

– “La educación pública debe ser gratuita,entendiendo que el Estado debe proveer de los recursos necesarios para garantizar de manera plena el derecho sin ningún tipo de restricción socioeconómica.”

– “todos los establecimientos educacionales dependerán administrativa y financieramente de este nuevo Sistema Nacional de Educación Pública.”

– “aporte basal para todos los establecimientos vía presupuesto y no según asistencia, para lo cual se implementará un calendario a través del cul se pondrá fin al sistema de financiamiento compartido y de toda forma de lucro en los establecimientos que reciban financiamiento público.”

– “La educación técnico-profesional o politécnica deberá contar con un sistema de financiamiento propio, donde se garantice la infraestructura de acorde con los avances científico-técnicos para hacerle calificada y apropiada a las respectivas especialidades.”^

– (En la educación universitaria) “Aporte basal a las Universidades públicas que plasme un nuevo trato entre el Estado y las Universidades que le pertenecen, que reconozcan el compromiso educacional y financiero que para ellas tiene el Estado, frenando así la lógica del autofinanciamiento.”

– “Aumentar de manera sustancial los APD de libre disposición, permanentes y progresivos para el crecimiento, desarrollo local y sustentabilidad de las Universidades del CRUCH, con el objeto de garantice [sic] sus proyectos de bien público.

Asimismo, se deberá reajustar anualmente según el IRSP, para que las justas remuneraciones de los trabajadores no dependan del alza de aranceles de los estudiantes.”

– “Fondo de revitalización para las Universidades Tradicionales de libre disposición estableciendo que serán las comunidades universitarias quienes decidan el uso de estos recursos. Debe estar orientado con prioridad:

“-propiedad de la Universidades [sic] (Estatales/Privadas CRUCH)

“-Condición regional

“-Composición socio-económica de sus estudiantes

“-Solvencia económica de las Universidades (deuda/presupuesto)”

– “Avanzar hacia la gratuidad” con “sistema de becas que cubra a todas los alumnos y alumnas provenientes de familias del 70% de menores ingresos.”

-Reajustar y ampliar cobertura “ayudas estudiantiles complementarias” a los estudiantes pertenecientes al 70%de menores ingresos.”

-“Crear un sistema único de Fondo Solidario para todos las y los estudiantes pertenecientes al 30%de las familias de mayores ingresos que ingresen a instituciones que en la práctica no lucren, eliminando a su vez, el CAE y a la banca en el sistema financiero.”

– “Todas las Universidades se deberán someter a una revisión completa de los montos arancelarios de sus planes de estudio, los aranceles se establecerán en el futuro mediante fórmula conocida y validada por la Comisión Nacional de Acreditación. Los aranceles no podrán sufrir alzas de manera unilateral por ninguna entidad de educación superior que sean receptoras directa o indirectamente de fondos públicos.”

“2. Garantizar aportes basales de libre disposición a las Universidades del Consejo de Rectores, tal que permita a éstas terminar con el autofinanciamiento y les brinde mecanismos para cumplir de manera cabal su desarrollo regional y nacional.” 

“3. Eliminación de la banca privada en el financiamiento de la Educación. Buscamos terminar con el endeudamiento de las familias y también el de las instituciones públicas más precarizadas. Terminar con el CAE que ha significado un desembolso de recursos públicos y familiares desmedidos.”

“4. Fin efectivo al lucro en el sistema de educación chilena, tanto básica, media como educación superior. No puede ser concebida la educación como un medio para un negocio que no garantiza ni calidad, ni equidad.”

“11. Término del financiamiento compartido que ha generado una segregación intolerable para una sociedad que aspira a un desarrollo igualitario.”

– “reprogramación del FSCU y la rebaja del interés del CAE.” 

– “avanzar hacia la gratuidad, pero manera focalizada cubriendo con becas el arancel real, de40% más vulnerable en base al ranking y méritos. No creemos que con los impuestos de todos los chilenos paguemos la educación de los más afortunados.”

-“Se avanzará en los sectores medios a través de unsistema mixto en base a becas y créditos.”

-“Lucro: Las instituciones que no cumplan con la calidad no deben recibir recursos del estado.”

-“las universidades tienen todo el derecho a ese financiamiento [aporte basal]”

-“aporte extra para la revitalización de dichas instituciones y por el abandono histórico de éstas”

-“dichos aportes también irían a frenar o disminuir los aranceles de las Universidades del CRUCH.”

-“Estaban abiertos (en el tema de eliminar a la banca privada), a buscaral que mejor pudiera administrar un sistema de créditos.”

-“Desde un fondo administrado por el Estado hastamejorar la competencia en los bancos para disminuir los costos.”

-“No están de acuerdo [con lo de poner fin al lucro]” salvo en caso de las universidades.

– (Término del financiamiento compartido) “No están de acuerdo. Dice que no encuentran nada de malo con que los padres puedan aportar a la educación de sus hijos, porque era el anhelo de todos ellos.”

APUNTES

Derecho constitucional a la educación

1. La educación ya figura como derecho en la CP actual (CPR Art. 19 no. 10).

2. La reforma fundamental – la gratuidad al Gob. No le merece ni una palabra concreta.

3. El papel del Estado en tanto garante queda vago en la R. del Gob.

4. O sea, el Gob. Está de acuerdo con mantener elstatus quo en lo fundamental.

Financialmiento/Gratuidad

– RECHAZO al fin de lucro en todos los niveles;

– RECHAZO a la eliminación de la banca privada (se plantea “mejorar la competencia” entre los bancos como “solución”)

– RECHAZO término del financiamiento mixto, formulándolo como una oportunidad de las familias para cumplir sus “anhelos”

-“40% más vulnerable” y no “70% de menores ingresos”

– Habló en el preámbulo de “avanzar hacia la gratuidad”, pero rechaza cualquier medida concreta.

 

Himno del Cuerpo de Carabineros (versión realista)

Publicación original aquí el 27.08.11

Son las cuatro de la madrugada,
tus ojos llenos de agitación
son el espejo de don Paquito.
¡Y ahora vai preso, hueón!

Que si se acecha la paz del buitre,
que lo que tiene, se lo robó,
sin piedad vamos tras el rotito
somos del momio el protector.

En La Dehesa vivan en calma
disfruten ellos dicha y solaz;
nosotros somos, antes que nada,
del pueblo obrero el capataz.

Nuestros guanacos van anunciando
quien de la fuerza es titular;
nuestros balazos van hostigando
al que se atreva a protestar.

Duerme tranquilo nuestro momiaje
sin miedo a anarquista ni comunero,
que irán presos por el gran montaje
de su sirviente carabinero.

Sal de la cama, ven por la puerta
que destrozó nuestra irrupción;
aun sin razón nos queda la fuerza.
¡Y ahora vai preso, hueón!

 

La legalidad formal y el poder real: Apuntes para el movimiento estudiantil chileno

Publicación original aquí el 24.08.11

Llevo rato siguiendo atentamente los desarrollos entorno al movimiento estudiantil en Chile desde los Estados Unidos. Dado que aquí el gobierno de Obama – conforme a la política propugnada por el gobierno de Bush II – está haciendo lo imposible por crear los problemas que el movimiento estudiantil chileno está tratando de solucionar (sin topar con ninguna resistencia popular digna de tal designación), cabe decir que he quedado admirada ante el actitud resuelta y combativa de los estudiantes chilenos y los que se han sumado a su lucha.

Al fin de cuentas, la lucha que hoy tiene lugar en Chile es la lucha de todos los que nos oponemos al modelo capitalista neoliberal y luchamos por ver el día en que se abran las grandes alamedas; lo que debilite ese modelo en un lugar, lo debilita en todos lugares. La victoria de un pueblo se convierte en la fuente de energía de otro. Ya que debido a la distancia la voz de mi cacerola no llegaría a los oídos de la terra chilensis, quisiera prestar apoyo al movimiento con las siguientes ideas respecto del planteamiento de modificar la Constitución, hecho por el movimiento en las Bases para un acuerdo social por la educación chilena.

En lo esencial, la idea que iré desarrollando puede reducirse a lo siguiente: Lo que está escrito en las constituciones, las leyes y los decretos no es tan importante como lo que está sucediendo en las calles, los campos, las fábricas y las oficinas. Las disposiciones legales – por claritas que sean – pueden ignorarse, pero las relaciones del poder reales siempre se atenderán. Aunque haya la constitución más hermosa, más justa, más protectora de los derechos humanos del mundo, no será más que papel con tinta si los poderosos estiman que el cumplir con las disposiciones de tal constitución vulneraría sus intereses. Lo único que puede salvar tal documento de una muerte silenciosa en la irrelevancia es una fiscalización permanente y directa por las fuerzas populares. Los jueces para eso no sirven; el cúmplase lo ha de dictar el pueblo mismo. Cuando la Constitución tutela los intereses de los poderosos, no hace falta ninguna precisión excesiva. ¿Acaso la Constitución dice que las fuerzas represivas deben ser “de calidad”? Las disposiciones acerca de ellas están aun menos concretizadas que lo del derecho a la educación: Se dispone cómo se llaman, qué estructura han de tener y basta. Sin embargo, se ve a diario que sirven, y a quiénes.

День Конституции напомнил мне
усопшей бабушки портрет.
Портрет висит в парадной комнате,
а бабушки давно уж нет.

El Día de la Constitución me recordó
el retrato de mi abuela que falleció.
El retrato se ve en el salón
¿y la abuela? hace rato que murió.

– Igor Guberman, Давно пора, ебена мать, умом Россию понимать! (¡Es hora de entender la Rusia con los sesos, conchetumare!)

La Constitución de la República Federal de Alemania dispone que la República ha de ser un “estado social” (Sozialstaat). Lo que eso ha de significar, no se precisa en la carta fundamental, pero la jurisprudencia constante del Tribunal Constitucional Federal sí lo precisa bien claramente. Según la jurisprudencia, esta disposición significa que el estado tiene que garantizarle a todo ciudadano un “mínimo existencial” (Existenzminimum) para una vida digna, lo que significa la capacidad real de gozar plenamente de la vida social, política, económica y cultural del país. Palabras hermosas, sin duda, pero ¿qué tal la realidad?

Durante mucho tiempo había un sistema social bastante bueno en Alemania, que garantizaba una vida más o menos digna para los cesantes y demás menesterosos (lo que no cambia el que también había mucha injusticia en la práctica institucional). En esa época también había un movimiento sindical bastante fuerte. Entonces llegó la época de la globalización capitalista, y ¿qué pasó? Ese sistema social se iba disminuyendo en la medida que iba aumentando la cantidad de personas que lo necesitaban. La asistencia social para las masas cesantes y de los que tienen pega, pero trabajan por un sueldo que ni siquiera alcanza para lo más básico, se llama “Hartz IV”, inspirado en el apellido del empresario corrupto, director de la Volkswagen AG, que encabezó la comisión que la inventó. En efecto, se trata de una subvención masiva para las empresas que pagan sueldos ínfimos (y sin sueldo mínimo legal, se hacen cada vez más míseros).

Los sueldos se van bajando, la cesantía se va aumentando y consolidando, y “Hartz IV” para los trabajadores de reserva significa un sinfín de humillaciones pequeñas y grandes. Una conocida mía se encontró recientemente ante el siguiente caso típico: Un funcionario de la “Agencia Laboral” (Bundesagentur für Arbeit), órgano que se ocupa de disciplinar a los cesantes y precesantes le dijo: “Tiene usted que despedirse de la idea de ganar plata”, pero no de la de trabajar en el puesto que les encuentre la Agencia. O sea, se trata de una esclavitud ni siquiera encubierta.

El año pasado, el TC emplazó al gobierno alemán por vulnerar el derecho a la dignidad humana y al mínimo existencial, teniendo por inconstitucional la manera arbitraria del gobierno de calcular el monto de la asistencia social, y ordenó que se revisara la forma de calcularla. El gobierno reaccionó aumentando la asistencia social en 5 euros mensuales. O sea, cuando de los derechos constitucionales fundamentales de los trabajadores se trate, el TC puede meterse la Constitución por la raja. Total, no hay quien oponga resistencia real a este sistema tan rentable para los que tienen el poder.

La Primera Enmienda a la Constitución de los EEUU probablemente sea una de las disposiciones constitucionales más famosas en el mundo. En todo caso, cada alumno estadounidense oye ad nauseam que se trata de la enmienda que dispone (entre otras cosas) que “El Congreso no promulgará ninguna ley que vulnere la libertad de la palabra.” Según la versión que se propaga en los discursos interminables de las Fiestas Patrias y las clases de Educación Ciudadana, los Padres Fundadores (siempre en mayúsculas, que aquí se les enseña a los estudiantes a venerarlos en una medida que le daría risa hasta a Kim Il-Sung) decretaron la libertad de expresión, y y’está: Todo ciudadano está libre de expresarse como mejor prefiera – desde siempre.

¿Y la realidad? Terrible de diferente. Pocos años después de la promulgación de la famosa 1ª Enmienda, el Congreso promulgó La ley “de la extranjería y la sedición”, que impuso penas de cárcel al que criticase al gobierno. Aun después de la derogación – pocos años después de promulgada – de esa ley, sobre todo los Estados seguían criminalizando las críticas al poder bajo el rubro de la “calumnia sediciosa”. En la época de la Primera Guerra Mundial, se promulgó la Ley Antiespionaje, con penas privativas de libertad espantosas para quienes atentaran – aunque fuese con la palabra – contra los esfuerzos bélicos. La Corte Suprema de los EEUU desestimó los recursos de inconstitucionalidad interpuestos contra la medida, teniendo por legítimas las condenas a 10 años ó más de prisión para activistas que habían pronunciado discursos o publicado artículos en contra de la guerra. Aun tras la amnistía decretada después de la guerra, Eugene V. Debs, dirigente del PS y candidato a la presidencia de los EEUU, debió permanecer encerrado durante 10 años por haber criticado la guerra en un discurso durante su campaña electoral.

Las cosas seguían ese mismo rumbo durante las décadas siguientes, hasta llegar el fin de los 60. Entonces, los estadounidenses, sobre todo los jóvenes, se enteraron de que su país estaba masacrando a millones de indochinos indefensos, y empezaron a organizarse para oponer resistencia a ese crimen. Mientras tanto, el movimiento de los derechos civiles para la población afroamericana se iba fortaleciendo y radicalizando. La movilización popular llegó al extremo de que el Estado Mayor de las FF.AA. se mostró preocupado ante la propuesta del gobierno de mandar a otros 150 mil soldados a Vietnam porque de hacerlo así, les faltaría las fuerzas necesarias para aplastar la rebelión popular que según ellos sería la consecuencia de tal decisión.

Mientras tanto, como sería de esperarse, llegaban varios casos a la Corte Suprema que plantaban problemáticas de la libertad de expresión. Lo nuevo era que la Corte iba ampliando el concepto constitucional de la libertad de expresión en vez de imponer restricciones. La doctrina de la calumnia sediciosa se enterró, y poco después también fue sepultada la de la “tendencia nociva”, doctrina que permitía la criminalización de la expresión verbal si parecía capaz de tener consecuencias nocivas para el orden público. Al llegar la década de los 70 – en la cual la movilización popular también iba ampliándose – la libertad de expresión constitucional se había ampliado hasta el punto de prohibir la criminalización de cualquier expresión que no incitara la violencia de forma inmediata, un ámbito de protección negativo que busca su par tanto en el mundo del Derecho Común como el del Ius Civile.

La Constitución seguía siendo la misma, pero el ámbito de su protección creció de un golpe una vez cambiadas las relaciones del poder.

En el caso chileno la relación que existe entre el poder real y los principios jurídicos se hace aun más clara. Si hace rato se hablaba de derogar o modificar la “Ley Antiterrorista”, hoy día se plantea modificar la Constitución. Pero ¿de qué constitución hablan? Si aplicamos los principios jurídicos más básicos del mundo, el documento que todos denominan “Constitución” no lo es para nada. Hace casi un año, en un texto sobre la “Ley Antiterrorista”, escribí:

 

El Estado de Derecho está en todas bocas, sobre todo las de las personas que más atentan contra ello. Para estos últimos, el Estado de Derecho no parece ser más que una fuente de atribuciones y una justificación para la represión. En tales circunstancias no es de sorprenderse que se pierda de la vista un principio jurídico tan básico y obvio que ni siquiera hay que enunciarlo explícitamente: Una ley sólo es ley si se tramita por los cauces establecidos y emana de la autoridad correspondiente.

Y en eso mismo consiste el vicio original de la “Constitución” de 1980. Fue promulgada mediante un plebiscito, eso sí. Pero ese plebiscito ¿quién lo convocó? Lo convocaron el general que encabezó un sublevamiento armado en contra del gobierno legítimamente constituido de Salvador Allende, y la votación se llevó a cabo en condiciones de represión extrema. O sea, si se aceptan los principales más fundamentales del estado de derecho, esa “Constitución” sólo sirve para envolver el bacalao.

Es de entenderse, eso sí, que ese principio fundamental se ignoró de forma permanente durante la dictadura militar. Los jueces, aunque estuvieran dispuestos a cuestionar la validez de los actos legislativos y ejecutivos de esa pandilla de milicos sediciosos, sabían muy bien qué destino los esperaba si presentaran un obstáculo real para el poder militar. Pero hace unos veinte años – según escuchamos a diario – tuvo lugar el famoso “retorno a la democracia”. Pinochet, a quien la CIA le había aclarado que quedaría sin amparo si tratara de prolongar su “mandato” más allá del plebiscito, se retiró de La Moneda.

En ese mismo momento, según la doctrina oficial, se iba restaurando la institucionalidad democrática y el estado de derecho. Y ¿qué le pasó a Pinochet? Según el estado de derecho, el oficial que se sublevare en contra del gobierno constitucional es traidor. El que a tal fin hace secuestrar, torturar y asesinar a miles de personas es reo de homicidio calificado, secuestro y varios otros delitos que le garantizan una vida entera en cana. Pero a Pinochet no le pusieron las esposas, sino que Aylwin le dio la mano.

¿Qué tal la institucionalidad pinochetista, que como ya vimos, no tiene la más pálida legitimación jurídica? A pesar de unas modificaciones y mejoras técnicas, puede decirse – como dijeron los milicos en el septiembre de 1973 –  que “las conquistas económicas y sociales que se han alcanzado [esta vez por los milicos y la clase dirigente] hasta la fecha no sufrirán modificaciones en lo fundamental”. En el aniversario del famoso “retorno a la democracia”, una amiga mía en Santiago comentó que “Dicen que ganó el NO, pero seguimos con la Constitución del SÍ, el sistema binomial del SÍ, el Código del Trabajo del SÍ, y la prohibición del aborto terapéutico del SÍ,” todo ello netamente ilegítimo e inválido si aceptamos el principio fundamental del estado de derecho que se mencionó más arriba.

No es que falten juristas en el Chile de hoy, por eso podemos dar por sentado que hay por lo menos personas que conocen esos principios y que se supone que se empeñan profesionalmente para hacerlos valer. Aquí se trata de toda una institucionalidad que existe al margen del estado de derecho por ilegal en la forma y el fondo. Y ni caso se hace. Se habla de modificar la Constitución, derogar o modificar la Ley Antiterrorista, llevar a cabo modificaciones tecnocráticas al edificio pinochetista, pero del que se trata de una institucionalidad insubsanablemente nula y por ende jurídicamente inexistente – ni una palabra.

Tampoco es que estemos hablando de una idea radical. Se trata de una idea más conservadora que la crestita: que el estado tiene el monopolio de la violencia y la coacción, y que las funciones públicas no se deben usurpar. El que esta idea no se respete, ni se mencione, nos dice todo lo que hay que saber acerca de la relación entre el derecho formal y el poder real. Si los poderosos existen y actúan al margen de toda legalidad, mientras no haya fuerza en la sociedad que contrarreste semejante proceder, será la legalidad la que tiene que ceder ante ellos.

De todos estos casos típicos de las relaciones entre la legalidad formal y el poder real se pueden sacar lecciones bien útiles para el actual movimiento estudiantil chileno. Está claro que la legalidad no importa. Lo que está en la constitución lo podrán ignorar los poderosos cuando se les dé la gana. Si quieren imponer cambios institucionales para hacer valer el derecho human fundamental a la educación para todos, no podrán darse satisfechos si al final sale una modificación constitucional – o incluso una nueva constitución – con disposiciones que parecen satisfacer sus reivindicaciones, porque las palabras que estuvieren en el Papelito Magno no cambia el fondo del asunto. Eso sólo lo podrá cambiar una población movilizada y resuelta, dispuesta a hacer valer en la realidad lo que en el papel está escrito, y a imponer – con los cacerolazos, los paros generales, las tomas y cualquiera medida que fuere necesaria – una fiscalización popular directa y permanente, que no se deje acallar por medias concesiones y que se base en el entendimiento básico de que su fuerza no se encuentra en las elecciones ni en los plebiscitos, sino en su capacidad de paralizar la vida económica y política del país en caso de cualquier atropello.

Ley Antiterrorista – Dos mentiras en un solo título

Publicación original aquí el 5.10.10

Hace rato que existe un debate bastante movido acerca de la así denominada Ley Antiterrorista (o “Ley de la Seguridad Interior del Estado” por su denominación anterior), sobre todo en cuanto a su aplicación en los procesos entablados en contra de varios activistas mapuche. Hay quienes exigen que esta ley no se aplique en el caso concreto de los presos políticos mapuche o exigen su derogación total, además de quienes afirman que la no aplicación de dicha norma constituiría un atentado al Estado de Derecho por ellos tan querido. Hay quienes hacen hincapié en la falsedad de la denominación “antiterrorista” (dado que fue promulgada la norma por una organización terrorista afin de aplastar a la oposición política).

No parece existir ningún debate, sin embargo, acerca de una cuestión mucho más fundamental: La así denominada Ley Antiterrorista/Ley de Seguridad Interior del Estado no es ley.

El Estado de Derecho está en todas bocas, sobre todo las de las personas que más atentan contra ello. Para estos últimos, el Estado de Derecho no parece ser más que una fuente de atribuciones y una justificación para la represión. En tales circunstancias no es de sorprenderse que se pierda de la vista un principio jurídico tan básico y obvio que ni siquiera hay que enunciarlo explícitamente:Una ley sólo es ley si se tramita por los cauces establecidos y emana de la autoridad correspondiente.

Para determinar si la así denominada Ley Antiterrorista fue emanada por la autoridad correspondiente, basta echar un vistazo a la firma. Con arreglo al art. 52 de la Constitución Política de la República (1925), le corresponde al Presidente de la República (o en su defecto, el Ministro del Interior en calidad de Vicepresidente de la República, como lo dispone el art. 66) aprobar y promulgar un proyecto de ley una vez aprobado por las cámaras. Así es que para determinar si la “Ley Antiterrorista” es ley, vale la pena echarle un vistazo al nombre de quien la firmó:

Y por cuanto he tenido a bien aprobarlo y sancionarlo; por tanto, promúlguese y llévese a efecto como ley de la República.
Tómese razón, regístrese en la Contraloría General de la República, publíquese en el Diario Oficial e insértese en la Recopilación Oficial de dicha Contraloría.- AUGUSTO PINOCHET UGARTE, General de Ejército, Presidente de la República.- Raúl Benavides Escobar, General de División, Ministro del Interior.
Lo que transcribo a Ud. para su conocimiento.- Saluda atentamente a Ud.- Enrique Montero Marx, Subsecretario del Interior.

Curiosamente, esta ley supuestamente aprobada en 1975 no está firmada ni por el Presidente de la República elegido en 1970, Salvador Allende Gossens, ni por el Ministro del Interior, Carlos Briones Olivos, en calidad de Vicepresidente de la República, sino por un tal Augusto Pinochet Ugarte y un tal Raúl Benavides Escobar, quienes no se acreditan sino con rangos militares. Si eso fuera poco, tampoco consta que fuera aprobada esta ley por el Congreso Nacional.

Es cierto que al firmarla, este Sr. Pinochet se identificó como Presidente de la República, pero la Constitución Política de la República no contiene disposición que rece: “Es Presidente de la República cualquier huevón que así se autodesignare”. Por ende, hay que determinar si este señor Pinochet llegó a adquirir este título por los cauces establecidos en la Carta Fundamental (por lo menos si nos adherimos al Estado de Derecho). El art. 66 dispone que:

En los casos de muerte [del Presidente de la República] (…) el Vicepresidente, en los primeros diez días de su gobierno, expedirá las órdenes convenientes para que se proceda, dentro del plazo de sesenta días, a nueva elección de Presidente en la forma prevenida por la Constitución y por la ley de elecciones.

El presidente en ejercicio, Salvador Allende, cuyo mandato hubiera cumplido en 1976, falleció el día 11 de septiembre de 1973, luego de un atentado sedicioso llevado a cabo por varios sectores de las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile. Por ende, con arreglo al inciso 2º del art. 66 de la Carta Fundamental, el Ministro del Interior, Carlos Briones, debió asumir como Vicepresidente de la República y expedir las órdenes convenientes para dar lugar a una nueva elección antes del 10 de noviembre de 1973.

Por consiguiente, esta supuesta Ley de Seguridad Interior del Estado podría considerarse ley si es que el Sr. Pinochet se presentó como candidato en la elección presidencial especial convocada en 1973 por el Vicepresidente Carlos Briones. Y aquí – siempre que nos sigamos adhiriendo al Estado de Derecho –nos topamos con un pequeño inconveniente: El Sr. Pinochet no pudopresentarse en dicha elección porque dicha elección no tuvo lugar. Y dicha elección no tuvo lugar porque el Vicepresidente de la República no pudo expedir las órdenes convenientes. Y no pudo expedir las órdenes convenientes porque fue secuestrado el dia 11 de septiembre de 1973 por una pandilla de militares y carabineros sediciosos, encabezados – senz’altro – por el mismo Sr. Pinochet, a quien se le había ocurrido que era mucho más fácil saltarse el hastío de los trámites constitucionales, disolver el Gobierno a balazos, secuestrar al Gabinete, aumentar la eficiencia gubernamental clausurando el Congreso Nacional, y hacerse Presidente de la República mediante el mecanismo innovativo – hasta aquel entonces desconocido en terra chilensis – de laautoaclamación. En pocas palabras, el Sr. Pinochet no pudo hacerse Presidente porque él mismo impidió la celebración de las elecciones especiales mediante las cuales hubiese podido ser elegido. Y por eso, un papelito firmado por él con “Ley” en el rubro tiene la mismita vigencia legal que tendría si tal papelito fuese firmado por la autora del presente: NINGUNA.

Por ende, no es cuestión de derogar o reformar el escrito denominado “Ley de Seguridad Interior del Estado/Ley Antiterrorista/Ley 12.927”. Tampoco es menester retirar querellas fundadas en dicho escrito, dado que en todo caso carecerían de fundamento jurídico en la medida en que se basan en ello. Son nimias las afirmaciones de diversos efectivos del momiaje oficial y extraoficial, que sería una vulneración al Estado de Derecho negarse a aplicar el contenido del escrito firmado por el Sr. Augusto Pinochet Ugarte el 3 de julio de 1975 como si fuera una ley de verdad. El Estado de Derecho no exige la aplicación de seudoleyes emitidas por personas sin capacidad legal para dictar leyes. Es más, la prohibe.

El Estado de Derecho es una cuestión binaria. O se acepta la idea de que el Estado tiene que cumplir con la Constitución y las leyes, o se rechaza. No hay Estado de Derecho Facultativo ni Estado de Derecho Parcial.  Los señores Hinzpeter, Piñera y sus compinches que se llenan la boca del Estado de Derecho ante las justas reivindicaciones de los presos políticos mapuche y tantos otros, en realidad son los enemigos más resueltos del Estado de Derecho, porque pretenden aplicar unas (seudo-)leyes y no otras. Si es que realmente son partidarios del Estado de Derecho, que lo apliquen todo – las leyes que castigan al militar que apunta con el arma al propio Gobierno, las disposiciones constitucionales (de la Constitución de 1925, que por los mismos motivos que llevan a la nulidad insubsanable del escrito denominado ‘Ley Antiterrorista’ sigue siendo la única constitución vigente) que llevan a la nulidad de todo acto ejecutivo o legislativo emanado del régimen netamente ilegal del Sr. Pinochet (privatizaciones, criminalización del aborto terapéutico, y demás normativas alucinantes). Si no manifiestan la intención de hacerlo, que manifiesten a diario su rechazo terminante al concepto mismo del Estado de Derecho.