Inteligencia Cero y los temas desaparecidos

Se ha recuperado tanto en dignidad en estos días
Pero no se ha ganado nada todavía
En la batalla gana a veces el más osado
Pero en la guerra sólo vence el más organizado

Seamos esos, los que vencieron
No seamos los que jugaron bien y perdieron
Aprovechemos este momento único
Y no dejemos que nos dividan estos estúpidos.

— Subverso, Rap al despertar

Inteligencia Cero

Decidí aguantar un poco con este artículo al enterarme que Camila Vallejo y Giorgio Jackson iban a comparecer en el siguiente capítulo de Inteligencia Cero, pensando que tal vez lo que ahí lanzan al aire podría aportar algo a la aclaración de las discrepancias que existen entre los varios documentos emitidos por la CONFECH respecto de las demandas del movimiento estudiantil. No hubiese debido perder el tiempo – en realidad, los dos estaban demasiado ocupados defendiéndose de las diversas tergiversaciones y distorsiones propagadas sobre todo por el Villegas, facho y supuesto sociólogo que siempre parece haberse despertado cinco minutos antes del programa con una resaca de tres litros, que no hubiese sido posible tratar este tema tan esencial por mucho que lo hubiesen querido.

Bastante ingenuas las expectativas mías, dada la composición actual del panel con sus dos fachos y un dececho. Mirando la “discusión” cuyo propósito principal era el convencer a los dos dirigentes a adoptar una actitud de “moderación” y de dejar de un lado la idea “ideológica” de cambiar el modelo educacional para ir avanzando por el camino de la huevondad, sin siquiera percatarse de la contradicción fundamental que existe entre el reconocer por un lado, que el movimiento ha “instalado el tema” de la educación – es decir que el movimiento ha logrado obligarle al Gobierno a tratar un tema que no quería tratar – y su conclusión que lo preciso a estas alturas sería “moderar” la actitud sin la cual la miseria educacional nunca habría llegado a ser un tema para una casta política que está totalmente de acuerdo con el sistema actual.

El Facho del Triste Peinado (theclinic.cl)

Todo fue como un interrogatorio donde el Facho del Triste Peinado jugaba el papel del Paco Malo (“Las personas que viven cerca de mi casa y que salieron a tocar la cacerola, creían honestamente las pobres que estaban luchando por la mejoría de la educación…¡Qué bueno que sepan que no, que están uds luchando por un cambio del modelo que pasa por la educación!”) , mientras el Bofill y el Paulsen se alternaban como el Paco Bueno, diciendo entender la necesidad y la legitimidad de cambiar el modelo por un lado, para luego acusarles de una manía del protagonismo histórico (Paulsen) y sugerir que aguanten un rato con lo del nuevo modelo para concentrarse en ponerle maquillaje al chancho actual (Bofill). Y ahí me acordé de lo escrito por Ariel Zúñiga:

[A] estas alturas, el panel de Tolerancia Cero en vez que tratar de “analizar la política nacional” se ha transformado en un comité de riesgo que intenta a toda costa salvar el imperio del acoso de los bárbaros.

Los planteamientos de los panelistas sin embargo tienen su utilidad. Lo que hicieron los tres – y lo hicieron muy bien – era darle al movimiento estudiantil el manual definitivo para evitar la derrota: Escuchar todo lo que dicen los tres que hace poco estaban dispuestos a “descorchar champaña” por la supuesta autodestrucción del movimiento, y hacer lo contrario. Cuando dicen ellos “moderación”, significa que hay que echarle gasolina al incendio. Cuando critican la supuesta intransigencia del movimiento, significa que hay que darles más guaraca a los gobernantes. Cuando dice Villegas que no deben pretender llegar a la mesa “para que se firme el acta de rendición”, significa que hay que seguir en pie de guerra mientras este gobierno no entienda que lo único legítimo y aceptable para un gobierno que en esta materia no tiene la más pálida legitimación democrática es ceder ante los que sí la tienen. Y cuando todos están de acuerdo en que es nefasto hablar de cambiar el modelo, significa que la fuerza del movimiento consiste precisamente en el que plantee un nuevo modelo.

De paso: Ante este triste espectáculo no pude dejar de pensar que habría que establecer una Superintendencia para fiscalizar la calidad de los fachos chilenos. Los fachos del día de hoy no son fachos de calidad, sino payasos de tercera categoría (y por pura casualidad, el Bofill resulta ser director de la Tercera – ahora sabemos por qué se llama así) que ni siquiera pueden lamerle las botas a un Víctor García Garzena con su prepotencia refinada y su capacidad de mentir con suma calma.

¿Dónde están?
De los temas desaparecidos

Así es que no hubo ninguna aclaración acerca de las dudas que han surgido respecto de las diferencias importantes que existen entre los varios documentos de la CONFECH, cosa que tampoco fue aclarada en la declaración de la CONFECH en que se rechazó la propuesta del Gobierno y se plantearon las condiciones mínimas para poder negociar sin “una pistola en el pecho” como lo dijo Giorgio Jackson anoche.

Lo fundamental que habría que aclarar es la relación que existe entre las Bases para un acuerdo social y los 12 Puntos. ¿Los Puntos son una nueva versión de las Bases, que debe prevalecer en caso de conflictos, o se trata simplemente de una recapitulación de las demandas? ¿Qué ha de significar la omisión en los Puntos de la reforma tributaria y la renacionalización de los recursos naturales (fundamento presupuestario esencial para el nuevo sistema educacional que se plantea)? ¿Y qué se entiende bajo “apuntar hacia la gratuidad”?

La Declaración Pública de la CONFECH del 8 de septiembre no aporta ninguna aclaración al respecto. Se habla, de “aquellos temas que hemos definido dentro de los más transcendentales”, por sin aclarar lo que según la CONFECH es lo más transcendental. Estos conflictos son un arma importante para un gobierno debilitado. Lo más inteligente para el Gobierno sería pasárselo emplazando al movimiento por la existencia de dos documentos distintos, diciendo “¿Cómo se supone que debemos saber como Gobierno cuáles son las demandas del movimiento, si hay por un lado unas bases para un acuerdo y por otro unos puntos que se dicen intransables?”

Esta arma de gran utilidad para el Gobierno, sólo se puede eliminar aclarando de una vez por todas cuál es la postura de la CONFECH respecto de esos puntos. Habrá que aclarar sobre todo cuánta importancia tiene para la CONFECH la cuestión de la gratuidad (que sólo figuraba al margen de lo dicho por Camila Vallejo anoche en Inteligencia Cero) – ¿se trata de una demanda de vigencia inmediata, que exige que se haga a la brevedad todo lo necesario para instaurar el régimen gratuito en la educación chilena, o más bien de un planteamiento programático al que se irá acercando poco a poco? De esta ambigüedad ya se ha percatado el Piñera, que no vio ningún inconveniente en hablar de avanzar hacia la gratuidad – pero sin aceptar ninguna medida concreta que lleve a tal fin – en el preámbulo de su réplica al movimiento estudiantil, porque sabe que mientras persiste esta ambigüedad, no le costará nada decir “sí, sí, claro, yo también estoy a favor de la gratuidad, sería una cosa muy hermosa que habría que hacer algún día de estos” porque no tiene que hacer nada. El movimiento lleva ya meses hablando de la gratuidad como eje central de su planteamiento, y ahora de repente se habla de “apuntar”. Los dinosaurios tenían un sistema biológico que apuntaba hasta el desarrollo de los mamíferos, pero ellos no sobrevivieron lo suficiente como para verlos surgir.

Dichas aclaraciones se hacen aun más importantes dentro del marco de una posible reforma constitucional, y los más fácil sería no hablar solamente de una reforma constitucional, sino ponerse de acuerdo y redactar un texto de la modificación que cumpla con las exigencias del movimiento y proponerlo ante la opinión pública. Así tanto el Gobierno como el movimiento como un todo podría ver lo que plantea la CONFECH y decidir si se está de acuerdo o no. Si no se cuenta con una propia propuesta inequívoca, se corre el riesgo de que los gobernantes vengan con hechos consumados.

Según el Facho del Triste Peinado, “Tú no puedes pretender llegar a una mesa a que el otro firme el acta de rendición.” ¿Por qué no? En un sistema que dice ser democrático de la boca para fuera, ¿con qué cara los gobernantes – supuestos representantes de la voluntad popular – van a oponerse a lo reivindicado por la mayoría abrumadora de la población? Aquí hay dos lados – un movimiento que cuenta con respaldo popular y por ende, con legitimación democrática, y una puñalada de mandatarios que han quedado sin mandantes. Si es que aún no se han dado cuenta que el único paso legítimo es rendirse ante la voluntad popular, es que el incendio ha llegado a ser incómodo, eso sí, pero todavía faltan unos grados para que el calor se haga intolerable en La Moneda. Pero para aumentar la temperatura, habrá que despojar la postura del movimiento de toda ambigüedad.